Entrevista
El pasado verano, tres jóvenes viajeros, Ignacio Castellanos, Mikel Ogueta e Ignacio Fernandez De Casadevante, decidieron emprender la aventura de viajar en bicicleta desde Praga (República Checa) hasta Hondarribi (País Vasco, España). Para poder llevar a cabo este apasionante viaje, decidieron pedir una subvención para financiar el tan apasionante camino y tras buscar y buscar, consiguieron patrocinar su viaje con la marca 'Decathlon'. Los tres han sido tan amables de ofrecer una entrevista a nuestro blog 'L'amour du voyage' en una de sus visitas a Sevilla.
Ignacio Fernández de Casadevante 'Inax', junto al director y un responsable de Decathlon Irun. (www.diariovasco.com) |
-¿Cómo surgió la idea de hacer un viaje en bicicleta subvencionado por un patrocinio? ¿A quién se le ocurrió?
La idea surge de la experiencia del año anterior, ya que Ignacio Fernández, uno de los tres que fuimos, había hecho ya Bratislava-Sicilia con un amigo italiano.
Como le gustó mucho aquel viaje decidió que quería repetir, otro colega más y yo nos apuntamos encantados sin saber muy bien donde nos metíamos. Lo de buscar un patrocinador surgió como una idea sin mucho entusiasmo porque la creíamos muy complicada pero al final salió bien.
-¿Quién os patrocinó? ¿Qué condiciones puso?
Nos patrocinó 'Decathlon' porque fueron los únicos que se interesaron después de haber estado preguntando por otros sitios ofreciéndoles que se publicitaran con nuestro viaje.
Las condiciones casi las poníamos nosotros, publicitarnos en su favor en la radio y en el periódico digital diariovasco.com. Su única condición era que al final del viaje teníamos que devolver el material utilizado.
Nosotros no buscábamos que nos dieran dinero alguno, más que nada necesitábamos material para hacer el viaje, las bicis, tiendas de campaña, alforjas traseras y delanteras, la cocinilla de gas, culotes, camisetas, linternas, herramientas, chubasqueros…y mas cosillas, que por supuesto acabaron destrozadas después de tanto meneo, pero ellos las querían de vuelta y así lo hicimos.
-¿A qué departamente de la empresa se ha de recurrir para solicitar un patrocinio? Seguramente a mucha gente le pueda interesar.
La verdad es que tuvimos suerte porque contábamos con un enchufillo directo con el jefe de la tienda Decathlon-Irún, un amigo nuestro trabaja allí, él hizo de mediador directamente con el jefe y no tuvimos que mandarlo a ningún departamento, de lo contrario creo que debíamos enviarlo al departamento de publicidad, según tengo entendido tienen dinero dedicado a gastar en eventos publicitarios.
¿Cuánto dinero tuvísteis por día?
Gastábamos unos 10 euros por cabeza al día, más o menos, depende de lo que compráramos para comer (por la mañana directos al super mas cercano para comprar fruta, galletas y chocolate, después a una cafetería a por un café triple donde devorábamos lo comprado. No almorzábamos hasta las 4 ó 5 de la tarde, para alargar al máximo la mañana que era cuando más rendíamos, para esa hora comprábamos un bocadillo, algo que no fuera muy pesado porque pedalear después de comer es muy duro, y para cenar, solíamos recurrir a la pasta: pasta con tomate; pasta con queso; pasta carbonara; pasta al pesto; pasta con champiñones; pasta picante; pasta de todo tipo básicamente eso fue lo que cenamos todos los días, pasta en el primer campo mullidito que encontrábamos al anochecer.
Aventureros. Ignacio Castellanos ‘Flaco’ e Ignacio Fernández de Casadevante ‘Inax’
en una de las paradas en el sur de Alemania (www.diariovasco.com)
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-¿Trayecto? ¿Kilómetros?
El trayecto comenzó en la República Checa, desde Praga, cruzamos toda Alemania por el sur y entramos en Francia (el onceavo día llegamos a París), allí teníamos un amigo que nos acogió y nos ofreció una cama, probablemente la mejor del mundo, y una ducha, porque no nos habíamos duchado desde que salimos de viaje, este dato fue muy duro para los 3.
Cuando salimos de París, comenzamos a viajar dirección sur, para regresar a España, evitando los pirineos, hacia la costa de Francia por una región que se llama Las Landas, un llano de muchos kilómetros al lado de la playa donde no hay nada a excepción de millones de pinos. Nada más entrar en España pedaleamos a toda prisa hasta Hondarribi, tardamos muy poco en llegar ese último día, fue sin duda la etapa más corta.
La ruta exacta no la puedo decir porque pasamos por más pueblos de los que yo imaginaba que existían en el mundo, igual en una sola cuesta abajo cruzábamos tres pueblos enteros en 3 minutos.
El viaje consistió en 2.500 kilómetros, empezamos haciendo 50 el primer día, fue sin duda el peor, además llovió muchísimo desde el minuto cero hasta el día siguiente. A Mikel le dio un principio de hipotermia, a partir de ahí empezamos a subir y a subir la distancia por día y en todo el trayecto nunca más, bajamos más de los 120 km al día.
Ignacio De Casadevante, Mikel Ogueta y Ignacio Fernández (www.diariovasco.com) |
-¿Alguna anécdota del viaje?
Nada más por el primer día de viaje ya mereció la pena el viaje entero. Tras esos primeros 50 km de viaje, tras equivocarnos y meternos en una autopista de la que tuvimos que salir por encima del quitamiedos y campo-pantano a través, bajo una lluvia muy fuerte, calados hasta los huesos, terriblemente cansados y con todas nuestras pertenencias mojadísimas decidimos que como ya era de noche íbamos a montar la tienda por algún lado, pero no sabíamos donde, ningún refugio a la vista. Pedaleamos un rato más hasta el primer pueblo que encontramos, y allí nos paramos, en medio de la carretera principal, sin aspecto de que 'el diluvio universal', como nosotros decíamos, cesara. Todo estaba cerrado, ni un alma a la vista y con un amigo medio muerto cuando de repente vemos un viejito que se nos acercó en bicicleta también, empapado como nosotros, se paró a nuestro lado y nos empezó a hablar en checo. No entendíamos nada y no creímos que nos fuera a servir de mucha ayuda, pero el señor aquel, al entender al fin que no entendíamos nada, nos hizo el típico gesto de “seguidme”, y allá que fuimos. Nos llevó hasta la puerta de su casa, entró y salió con una señora, que resultó ser su mujer, creo que era profesora y hablaba inglés, 'aleluya' gritamos los tres. Estas dos personas tan simpáticas, nos contaron que tenían una casa para ofrecernos donde podíamos dormir en el suelo de la cocina si queríamos, es que ni nos lo pensamos.
En la cocina tenían una estufa de leña, montaron unas cuerdas de pared a pared y pudimos poner a secar nuestra ropa, nos trajeron pastas y dulces hechos por ellos mismos y té calentito, nos presentaron a sus hermanos y nos contaron que la casa pertenecía a su difunta madre, que había muerto unos meses antes. Sin duda fue genial. A la mañana siguiente había dejado de llover, reanudamos la marcha tempranito agradeciéndoles que nos salvaran la vida esa noche, cuando llegamos a casa les escribimos un correo electrónico contándoles todo nuestro trayecto.También podríamos contar como justo el último día antes de entrar en España, en el sur de Francia tuvimos que dormir en un vertedero porque no nos quedaba otra, pero la historia anterior es más bonita.
-¿Lo más duro?
Ni las cuestas arriba porque luego van para abajo, ni el frío, ni el calor, lo peor del mundo es el viento en contra, hace que se convierta en el camino más duro del mundo, en vez de avanzar retrocedes y es desmoralizante encontrar una cuesta abajo larga en la puedes descansar un poco y tener que pedalear a tope porque el viento sopla fuerte de frente.
También fue muy duro levantarte con todas tus pertenencias mojadas, levantarte a las 8 de la mañana cansadisimo con los calcetines y los zapatos húmedos porque no se han secado por la noche por la humedad, es una experiencia de lo más desagradable.
-¿Recomendaríais viajar así?
¡Por supuesto! Es una autentica gozada, si no lo haces no puedes imaginar lo que es, cuando ves en el mapa lo que avanzas día a día sientes que de verdad funciona, que de verdad puedes hacer algo así dependiendo solo de tu cuerpo. Además de las aventuras, las anécdotas, la cantidad de personas que conocimos, compartirlo con tus buenos colegas, y los paisajes, eso fue maravilloso, paisajes de todos los tipos según la región donde estuviéramos.
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